Para los pitagóricos, la realidad en su nivel más profundo es de naturaleza matemática; y según Platón, “Dios geometriza eternamente”, estaba convencido de la estructura geométrica del universo.
El rombicuboctaedro es un sólido arquimediano que no fue conceptualizado hasta Pacioli e ilustrado por Leonardo Da Vinci en el conocido libro de matemáticas La Divina Proporción.
El rombicuboctaedro tiene 26 caras, 8 triangulares y 16 cuadradas.
Otra manera de ver el rombicuboctaedro es como un cubo expandido (o como un octaedro expandido). En el centro de su interior podría contener un cubo equidistante a todas sus caras cuadradas. El planteamiento era liberar el cubo de su interior.
El extraer el cubo del rombicuboctaedro es un símil de el ir en busca de la esencia para liberarla, la esencia pura que permanece en el interior del “todo”.
Esa esencia que es la única verdad.
Cuando se crea, se llega a esa “esencia del todo”, a esa verdad desde donde se pueden construir pilares sólidos, donde hay orden, donde cada pieza está bien ensamblada con las demás, donde nada sobra y nada falta, donde todo fluye solo.
Cuando creamos nos aproximamos a nuestra esencia, y a la esencia de todo. A la esencia de los materiales que utilizamos, a la esencia del espacio físico, a la esencia de la localización geográfica, a la esencia de la verdadera historia, a la esencia del hombre, a la esencia de la sociedad…
Un simil del trabajo que desempeña un arquitecto.
Este es el motivo por el que he utilizado una forma compleja que lleva a otra forma sencilla y perfecta como es el cubo, a un sólido platónico.
Para suavizar la dureza del rombicuboctaedro he utilizado un tono gris azulado que se difumina desde el exterior hacia el interior llevando el punto de atracción visual hacia el centro, hacia el cuadrado que representa un cubo.
La aparente sección es un cuadrado simulando retorcerse.
La tipografía la he creado a partir de cinco círculos, los que he recortado para obtener las “c” y la “g”. Aprovechando que COAGC es casi una palabra simétrica.